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jueves, 19 de marzo de 2015

10 lecciones que aprendí de mi padre

Un año más llega el día del padre y a modo de regalo quiero compartir diez lecciones que he aprendido del mío.



Los padres siempre te dan consejos los hayas pedido o no y comparten sus perlas de sabiduría con su progenie. Sin ningún orden específico, aquí van:

1. Sé una esponja. Fue el único consejo (o el que más recuerdo) que me dió antes de irme a la Universidad. Desde luego no se refería a que me bebiera hasta el agua de los floreros y volviera a casa a cuatro patas, sino más bien que aprendiera de todo lo que me rodeaba, que no todas las enseñanzas se dan dentro de un aula y que incluso la persona que menos te lo esperas tiene algo que aportarte.

2. Hay que tener amigos hasta en el infierno. Poco que comentar a esta afirmación.

3. Mejor parecer tonto que un listillo. Con los años he comprendido que los sabelotodos no caen bien a nadie y dárselas de entendido de algo de lo que no se sabe en realidad mucho no ayuda. También habría que añadir que no es malo preguntar si se tiene una duda o pedir ayuda si no se sabe hacer algo, que nadie nacido aprendido.

4. Antes de hablar escucha. Un poco relacionada con la anterior. No somos el centro del Universo ni nuestros problemas son los más grandes, escuchar a los demás puede resultarnos de lo más útil. A veces, incluso, podemos obtener las respuestas que buscamos sin ni siquiera haber hecho preguntas.

5. No cierres puertas que no sabes si vas a necesitar cruzar. En relación con el punto 2, crea enemistades por un pronto puede acarrearnos consecuencias negativas.

6. Todo tiene solución (menos la muerte). No era raro que montara un drama porque no me salieran los deberes del cole o porque me hubiera equivocado. Con el tiempo he descubierto que no pasa nada si no te sale algo a la primera, lo importante es seguir intentándolo.

7. Inténtalo hasta que te salga. Por mucha pereza que dé, trabajar hasta que te salgan las cosas de la manera que quieres es de lo más gratificante.

8. Quien no tiene cabeza tiene piernas. Por mucho que intentaba organizarme cuando era pequeña, los despistes eran frecuentes: desde olvidarme las llaves hasta dejarme encima de la mesa un trabajo que había que entregar, muchas han sido las veces en las que he tenido que volver a casa por lo olvidado.

9. La familia es la familia. Añadiendo a menudo que los amigos van y vienen, pero la familia siempre es la familia. Es curioso cómo los lazos de sangre pueden llegar a unir a personas, incluso con aquellas cuya forma de ser evitarías a toda costa (no hablo de ti, papá).

10. Respira. Parece un consejo obvio pero no. Hay ocasiones en las que me agobio más de la cuenta y un primer paso es parar, respirar hondo y seguir adelante.

¿Qué lecciones has aprendido de tu padre?
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