Espartaco es un clásico del cine que siempre tiene un hueco entre la programación televisiva durante Semana Santa. Cuando me enteré de que se estaba haciendo una serie sobre este personaje no tenía grandes expectativas. Unos años después mi opinión ha cambiado.
Spartacus fue una serie emitida entre el 2010 y 2013 que contó con cuatro temporadas. En la primera temporada, Blood and sand, Andy Whitfield dió vida al gladiador rebelde. A este actor le diagnosticaron un cáncer y mientras luchaba contra la enfermedad, se creó una precuela, Gods of the arena, centrada en la figura de Gannicus (Dustin Clare), un gladiador que consiguió la libertad en la arena. Tras la muerte de Whitfield en 2011, el papel de Espartaco (o Spartacus, según gustos) cayó en manos de Liam McIntyre durante las dos últimas temporadas: Vengeance y War of the damned.
El parecido físico entre Whitfield y McIntyre era más que notable, por lo que transición de un actor a otro no fue tan chocante como en otras series. Spartacus no fue el único personaje que sufrió un cambio de actor; Naevia fue interpretada por Lesley-Ann Brandt durante las dos primeras temporadas y por Cynthia Addai-Robinson durante las dos últimas.
Uno de los puntos fuertes de la serie, rodada en Nueva Zelanda, era su reparto, destacando Lucy Lawless (más conocida como Xena). A muchos de los actores de Spartacus los hemos seguido viendo en otras series, sobre todo en Arrow (Manu Bennett, Cynthia Addai-Robinson o Nick E. Tarabay, por ejemplo).
Sangre, arena, sudor y sexo son los componentes de esta serie, inspirada en la antigua Roma. Recibió críticas, como es habitual, por ser una adaptación histórica más o menos acertada; recordemos, sin embargo, que no se trata de un documental sino de una ficción.
Jodidamente buena.
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