El fotógrafo francés no se limita únicamente a viajar por Europa, como vimos anteriormente en Bibliotecas, Berlin y París. En una visita a Tokio se quedó impactado por las autopistas que comunican la ciudad japonesa con su zona metropolitana y su parecido con la sangre entrando y saliendo de un corazón conviritiéndola en un ente viviente:
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