Por todos son conocidas empresas como
Día y
Lidl, cuya máxima es ofrecer a sus clientes productos al mejor precio, esto es, baratos. Justifican el desorden que algunas veces hay por todo el establecimiento y el hecho de ser los primeros en cobrar las bolsas por el bajo coste de realizar allí la compra.
Ambas cadenas de supermercados han apostado por un lavado de cara. Ya no es tan habitual encontrarte los productos todavía dentro de las cajas tirados por el suelo, pero la sensación de estar haciendo la compra en una trastienda clandestina perdura.
Otra multinacional que se ha hecho famosa por ofrecer el precio más bajo posible es
Ikea. Buscan abaratar los costes de transporte con sus paquetes planos y los de montaje con el clásico "móntelo usted mismo". Al fin y al cabo, la empresa sueca no difiere tanto de las empresas anteriormente mencionadas: sus tiendas son naves industriales donde se apilan en enormes estanterías cajas y cajas.
La nota discordante la encontramos en la
presentación del producto y en la
atención al cliente. Rótulos por doquier y etiquetas informativas hacen sencillo al comprador encontrar lo que desea (lo cual no significa que siempre que vayas veas a alguien agobiado buscando la salida y jurando y perjurando), además de un personal (generalmente) atento y profesional, encantado de echarnos una mano.
En una visita reciente me fije en un mensaje concreto en la zona de restaurante. En el carro de las bandejas se nos instaba a depositarlas nosotros mismos para mantener el bajo precio pagado por la comida y continuar con un personal dedicado a atendernos más rápidamente. Dicho mensaje, que en un primer momento parecía totalmente informativo, producía que los usuarios cumpliesen con la tarea con un sonrisa, sintiéndose orgullosos de poder colaborar con el buen funcionamiento de la tienda.
Definitivamente, la comunicación, las palabras que se utilizan, pueden hacer que un empresa alcance el éxito y se convierta en una
lovebrand. Sin embargo, no hay que olvidar que cuando una marca se ha posicionado ya en la mente del consumidor es muy difícil y complicado cambiar la opinión que se tiene.