Me encantan los días de lluvia, el olor a mojado, que se me encrespe el pelo y pisar un charco sin querer. Los días de lluvia no son los días grises. Los días grises pueden ser aquellos que en los que brilla un sol de justicia pero sientes que tienes encima la nube más negra del mundo que te va a traer problemas. Puede que haga tiempo que lo veías venir o puede que te pille de sorpresa, pero ahí está y no puedes evitarlo. Cuando llegue un día gris, muéstrale tu mejor sonrisa.
Hay quien piensa que le quito demasiada importancia a los obstáculos que se me presentan, o incluso que no me importan y que los ignoro. Hay quien piensa que pienso demasiado, que sólo me centro en los impedimentos y no veo más allá. Y hay quien piensa que debería empezar a pensar como yo.
Hace poco tuve una conversación bastante interesante sobre mí misma. Por mucho que yo sea la persona que más tiempo pasa conmigo, hay algunas cosas en las que no caigo hasta que otro me las dicen. Alguien me comentó que cuando estaba 'decaída' no llevaba nada de maquillaje, y eso le indicaba si estaba bien o no, pero otro alguien le corrigió y dijo que para saber mi estado de ánimo sólo hacía falta mirarme las uñas: si no estaban pintadas algo iba mal. Pensándolo bien, esta segunda persona tenía razón. Por cierto, si os lo preguntáis, ahora mismo mis manos están un poco pitufiles.
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