Hay unos seres que se están reproduciendo y esparciendo por nuestro país más rápidamente que una plaga zombi: los "modernos". Para empezar, si te tienes que etiquetar a ti mismo como moderno es que el tufo a rancio que desprendes es bastante considerable.
Son esa especie que te encuentras en cualquier Fnac, dando lecciones sobre cine ucraniano de los años cincuenta, música vietnamita de los años sesenta o literatura rusa del siglo XVII. Parecen ser expertos en todo y suelen mirarte por encima del hombro por sucumbir a la decadencia de lo comercial.
Para los 'cool' las tiendas tipo Zara, Mango, H&M o similares son un reino prohibido. Su indumentaria tiene que ser lo más original posible y esto significa coger varias prendas, imprescindible que no combinen entre sí, y ponerles accesorios lo más estrafalarios posibles.
He tenido la mala suerte de tener más de una conversación con modernos y he descubierto que todos ellos tenían una cosa en común: sueñan con ser creativos publicitarios, diseñadores gráficos o fotógrafos profesionales. Mientras sufren (en silencio o a gritos) un trabajo de lo más monótono buscan la realización personal haciendo ver que son mejores que tú.
Joaquín Reyes dijo: "Un moderno español es alguien que ha copiado algo a alguien que a su vez lo copió a otra persona, pero dos años antes aproximadamente".
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