Ya sé desde el primer día de clase en la Facultad que el logotipo es sólo el nombre en sí y no los símbolos que le rodean o lo representan. Lo sé, pero cuando hablas de logosímbolos a la gente se le queda un poco cara de seta, así que seguiré empleando el término logotipo para que todos nos entendamos. Y ese es el tema del que os quiero hablar hoy.
Estando en el instituto (no sé si fue en 3º o en 4º de la ESO) mi profesor de Educación Plástica nos pidió que diseñaramos nuestro propio logotipo. Tuvimos que presentar cinco alternativas y sin que él nos dijera nada tuvimos que elegir una de ellas y ponerla en una camiseta. Todo el proceso había que hacerlo a mano, es decir, con lápices, pintura, rotuladores... Dedicamos a este trabajo un trimestre prácticamente entero.
Cada vez hacía unos bocetos más y más enreversados, pensando que cuantos más detalles mejor, hasta que me dí cuenta de que después tendría que ponerlo en una camiseta. Durante la clase de otra asignatura, en uno de esos momentos en los que desconectas por completo de lo que te dice el profesor, empecé a hacer garabatos y de ahí salió este logotipo.
Llegó el día de la presentación de las propuestas y estuve a punto de no enseñar éste porque me parecía demasiado simplón. Ahí aprendí que a veces menos es más. Al final decidí apostar por este diseño e hice varios modelos de camiseta (todavía hay algunas dando vueltas por mi casa) y me sentí muy orgullosa de lo bien que quedó.
[Cuando lo veo ahora me recuerda mucho al logo de M·A·C, pero por aquel entonces era una marca desconocida para mí]
El segundo paso lo dí en clase de Creatividad Publicitaria allá por 2005 ó 2006. Uno de los muchos ejercicios planteados fue la creación de un logotipo. ¿Podía haber utilizado el que ya tenía? Sí, pero no supondría ningún reto.
Está vez quería hacer algo un poco más complejo pero sin llegar al barroquismo. He de admitir que aquí recibí un poco de ayuda y mucha inspiración. Lo formé con mis tres iniciales (A en morado, M en negro y blanco y G en las dos partes blancas). Creo que, al menos en aquel momento me representaban bastante.
Y el último paso lo dí no hace mucho cuando me adentré más en serio con los programas de diseño gráfico. Este logo me salió prácticamente solo en una clase mientras "bicheaba" un poco. Me pilló en un momento un poco zen y me pareció un poco más maduro por mi parte.
Esta vez no opté sólo por el nombre ni por las iniciales, sino por el nombre que tengo en varios perfiles. Hasta hace relativamente propio siempre aparecía con mi nombre y mi primer apellido, pero me acordaba de que mi madre me decía que también tenía un segundo apellido, que alguien me tuvo que parir. Y tenía razón. En vez de poner mi nombre completo que se hace bastante largo (mi dirección de email es para morirse), me inventé uno nuevo con las tres primeras letras de mis dos apellidos.
Y hasta aquí la "breve" historia de mi logo y un poco más de mi historia. Estoy segura de que lo cambiaré, ya que los logo(tipo)s son como las personas: evolucionan con el tiempo. Gracias por leerme una vez más.